Una plancha me persigue. Pero no una plancha cualquiera. La que salió volando por una ventana hace unos días en Burgos.
La arrojó una mujer.
El martes, desayunando un café con leche y un pincho de tortilla Donde Alberto, leí esta noticia en Diario de Burgos:
«Detenida por resistencia a agentes de la autoridad. El Cuerpo Nacional de Policía ha detenido a la mujer A.M.D.C., de 26 años, por un presunto delito de resistencia a agentes de la autoridad. Una llamada alertó de madrugada al 091 de que se estaba produciendo un altercado en un domicilio. Al llegar la patrulla, un vecino les indicó que una mujer había arrojado una plancha por la ventana, que fue recogida en la acera sin que, por suerte, hubiera lesionado a nadie. Al subir al domicilio, la referida se encontraba muy alterada y con síntomas evidentes de embriaguez. Su marido había avisado también a la Policía al no poder calmarla. Al ver a los agentes, esta se enfrentó con ellos y tuvieron que reducirla».
No sé más. No sé qué pasó con la mujer. ¿Seguirá detenida? Aunque, como decía, la que me persigue es la plancha. La imagino en abstracto. No sé de qué marca es, qué colores o qué tamaño tiene. La veo volando, a contraluz. Con el cable colgando.
Quizá me persigue porque no sé si alguien la recogió o si acabó en un contenedor.