Un blog es un bloc. Abres el gestor, creas una nueva entrada y te enfrentas a un inmenso y vacío campo de texto. A una página en blanco. Puedes escribir un texto útil, entretenido o/y oportuno o, entre otras muchas cosas, una chorrada intrascendente que como mucho interese a una sola persona. A ti.
Vale. ¿Y qué hago yo, ahora, con este blog?
Hasta el post anterior, en este blog hablaba de mi libro. Intentaba no practicar el autobombo, pero eso lo debéis juzgar vosotros.
Pero en el post anterior me salté el guión inicial. Usé el blog para recordar a mi padre. Crucé una frontera.
Ahora puedo desandar el camino. Volver por donde solía y escribir sólo sobre mi actividad libresca. Aunque el cuerpo me pide abrir el blog. Improvisar. Escribir sobre cualquier asunto. Convertir este blog, este bloc, en un diario.