10 cosas de mi padre que nunca olvidaré

1. Le encantaban los animales. Estudió para veterinario, pero no llegó a ejercer esa profesión. Hoy se lo pueden agradecer los muchos alumnos que recuerdan con una sonrisa a don Lauren.

2. En sus primeros años de maestro, iba en bicicleta a los pueblos donde enseñaba. Pedaleó durante miles y miles de kilómetros, aunque cayeran chuzos de punta. A los ochenta años, cuando un ictus le golpeó, ese ciclista esforzado y tenaz empezó una carrera heroica y generosa que se prolongó durante tres años. Tres años de cariño en los que mi madre y mis hermanos le han cuidado como a nadie en el mundo. Tres años de propina, como ayer dijo mi madre.

3. Fumaba Ducados y bebía en porrón. Le añadía guindillas y picante a casi todo lo que comía.

4. Aunque jamás le oí contar bien un chiste, siempre nos reímos con él.

5. Cuando tenía cuarenta y cincuenta años, calvo, con bigote y gafas, parecía el hermano gemelo de José Luis López Vázquez. En un restaurante le confundieron con el actor y se dejó invitar. Dijo que él y sus amigos estaban buscando unos exteriores para una película. Pero donde la armó buena fue en el Museo de Cera. Se quedó quieto, unas señoras se pusieron a contemplarlo y, de repente, la supuesta estatua de cera cobró vida. Esas señoras puede que todavía hoy todavía sigan corriendo despavoridas.

6. Coleccionaba minerales. Y, con un colega y toneladas de ilusión, compró una mina.

7. Yo no me he aburrido nunca, decía. Nosotros, con él, tampoco. Cuando se jubiló le dio por aprender inglés y tocar la guitarra, y continuó cantando el «Pantaleón» y el «afrontibís» en todas las celebraciones.

8. Nunca olvidaré que vive en mí. Conmigo. Que sus recuerdos ya son míos. Que sigue conmigo. Que vive con nosotros.

9.  Un día, hace muchos años, le oí decir: Yo soy un hombre. Poco más puedo añadir. Fue un buen cristiano. Un hombre bueno y feliz. Un hijo, un hermano, un padre, un marido, un suegro, un abuelo, un maestro y un amigo bueno y feliz.

10. Fue niño. Un niño bueno y feliz. Le podéis imaginar en la calle de la Puebla con su hermano Juan, el Zurdo, en pantalones cortos y jugando al marro.

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P.D.: Laurentino Pérez Fernández de la Cuesta murió el 23 de octubre en Burgos, de madrugada, acompañado por su mujer y sus cuatro hijos. Este viernes a las 12 del mediodía celebraremos el funeral en el tanatorio de San José, en Burgos.

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2 comentarios

  1. 11. Cada año iba a casa de las tías Marías por Navidad y pasabamos un buen rato con él. Ahora esta con su primo Julio echando un trago de vino del porrón

    Un abrazo para los tuyos

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