Siete años sin Pedro de Miguel

[caption id="attachment_764" align="alignright" width="400"]Pedro de Miguel, en Bilbao. Foto y vespa de Ander Izagirre. Pedro de Miguel, en Bilbao. Foto y vespa de Ander Izagirre.[/caption]

No voy a destripar Las Cuatro Torres, aunque voy a reproducir unas palabras que aparecen al final de mi libro. En el capítulo final, de agradecimientos, titulado 7 veces 7, explico que dedico la novela, además de a otras personas, «al escritor y maestro Pedro de Miguel —que, entre otras cosas, me enseñó a leer hacia atrás—».

Quienes conozcan o hayan leído a Peter no necesitan más explicaciones. Pero aprovecho este espacio para explicarme mejor. Este agosto se cumplen 7 años de la muerte de Pedro de Miguel. Aunque su blog sigue vivo. Desde 2007 no ha perdido un ápice de interés. Daros un garbeo por Letras enredadas y lo comprobaréis.

Allí encontraréis entradas sobre neuras, sitios literarios, plagios, textrónicos, setas, la pantera de Górliz, Webó… Encontraréis una prosa impecable y diáfana, una mirada irónica y certera.

Y palíndromos.

Hace veinte años Pedro de Miguel escribió estas líneas sobre los palíndromos en la revista Nuestro Tiempo:

«La palindromanía, como una moda más, resulta inofensiva. Los más atrevidos defienden incluso su valor ecológico: jugar con las palabras, en efecto, no contamina, y posee la rara virtud de reciclar inteligencias enmohecidas por tanto aburrimiento ambiental. Porque, yendo más lejos, todo palíndromo no deja de ser una parábola de la propia vida humana: al llegar a la mitad de la vida, todo se puede volver a leer hacia atrás, en una carrera que lleva a que coincidan nacimiento y muerte en un punto personalísimo y lleno de misterio».

Todo se puede volver a leer hacia atrás. Qué bueno era Pedro de Miguel.

Los cuatro partos de Las Cuatro Torres

Detalle de la portada de Las Cuatro TorresMe parto con los partos… de mi novela. Pero no me parten: me divierten.

Un libro no es un rollo de una noche, un aquí te pillo aquí te escribo. Eso lo dejamos para los poemas, los microrrelatos y los tuits. Un buen día se te ocurre una historia, te documentas, escribes unas líneas, te dejas llevar, sigues escribiendo y, al cabo de unos días o unas semanas, descubres que esa historia tiene vida propia y te exige seguir escribiendo un día tras otro, un mes tras otro, hasta que pones el punto final, exhausto pero satisfecho. Primer parto.

Tardé un año en parir el primer manuscrito de Las Cuatro Torres. Pero seguía embarazado. Durante un par de meses, eternos, dejé en barbecho la historia. Al mismo tiempo se la pasé a varios amigos (hablaré de ellos en otros post), que me hicieron unas sugerencias y unos comentarios muy pertinentes, muy atinados y útiles… pero en algunos casos contradictorios. Luego intenté leer el tocho como si no fuera mío y me arremangué otra vez. Y me divertí mucho, aunque sudé tinta. Necesitaba podar, limar, añadir, corregir, retocar,… Podría enumerar muchos más verbos: durante cerca de medio año saqué tiempo hasta de debajo de las piedras para alumbrar la novela.

Pero aunque ese segundo parto terminó en mayo, no salí del quirófano. En junio leí un par de veces más la novela, pendiente de correcciones y ajustes menores y, además, de las indicaciones ortotipográficas de la editorial. Incluso los primeros días de julio pude dar alguna última pincelada.

La novela ya está fijada, cerrada, terminada… aunque en casa tengo una versión fotocopiada que prefiero no leer, no sea que vea alguna errata o algún detalle sin pulir.

Pero estos tres partos no son más que los partos previos. El principal llegará el 2 de septiembre, cuando la novela salga a la venta.

Esos primeros días intuyo que estaré más pendiente de ella que nunca, que los recién nacidos necesitan muchos mimos y cuidados. Me colaré en las librerías, a ver qué tal se lleva con los otros libros. Se la presentaré a los lectores, sí, y dejaré que no sólo que ligue con todos los que quieran devorarla sino también que seduzca a periodistas y críticos, si puede ser. Y vigilaré cómo navega por Internet; echaré una mano, o las dos, en las redes sociales, o donde quiera que vaya…

Poco a poco, me iré desprendiendo de ella. Se alejará de mí, no queda otra. Será vuestra, si queréis. Y yo, cualquier día, intentaré parir la siguiente.

Wismichu: «Las Cuatro Torres suena al Señor de los Anillos, multiplicado por dos»

«Algunos youtubers leerán, supongo. Yo leo», dice Wismichu, a la gallega.

Este vídeo es un «aquí te pillo, aquí te grabo». Después de tomar con este youtuber un Nestea bien cargado (de hielos) en un centro comercial de Fuenlabrada, el martes pasado desenfundé la cámara de vídeo y le hice esta entrevistilla.

Con este vídeo estreno el canal de YouTube. Espero que os guste. Habrá más «aquí te pillo, aquí te grabo» (ese título, por cierto, se lo he copiado al amigo Pablo Gil, de El Mundo).

Wismichu no es muy futbolero, pero Las Cuatro Torres quizá le guste, ya que «le llama» la novela negra. «A un libro le pido que me entretenga, que me sumerja en la lectura, que me enganche», dice. Y tú, ¿qué le pides a un libro?

Entre Salinger y Manolo el del Bombo

J. D. SalingerAsí estoy yo, sin ti, cantaba Sabina. Y así estoy yo, contigo, amigo lector, entre Salinger y Manolo el del Bombo, canto ahora que vuelvo a mantener un blog.

Cerca de J.D. Salinger, del gran autor de El guardián entre el centeno, pero no por su talento literario, ya me gustaría, sino porque envidio su aislamiento, cómo dejó que sus libros vivieran su vida, por libre, sin conceder entrevistas.

Pero tampoco ando alejado de Manolo «el del Bombo», el hincha más acérrimo y ruidoso de la selección española de fútbol.

Manolo el del Bombo. Fuente: Wikipedia¿Hace falta que me explique? Vamos allá: me apetece escribir sobre el parto de mi primera novela. Las Cuatro Torres llegará a las librerías el 2 de septiembre, gracias a Planeta. No queda nada y queda muchísimo. Estoy emocionado, nervioso. Y me apetece compartirlo. Digo más: no sólo me apetece teclear y contarlo. Es que además no me he caído de un guindo: veo que es necesario, que me toca mimar la novela, que no debo seguir los pasos de Salinger. Como no tengo un bombo, eso sí, trataré de no hacer demasiado autobombo.

Vamos allá, poco a poco. En esta web ya puedes leer la sinopsis que figura en la contraportada y acceder a algún material más, como por ejemplo la banda sonora de la novela y una selección de portadas periodísticas mencionadas en el libro. Y según se acerque la fecha de publicación del libro incluiremos (hablo en primera persona del plural porque esta web es tigresca) más contenidos.

No puedo evitarlo. Ahora que vuelvo a bloguear, no quiero bostezar. Ni repetirme demasiado. Pero me apetece repetir estas palabras que usé, hace ya nueve años, al abrir mi primer blog. Las escribió Javier Marías en «Tu rostro mañana» y siguen igual de vigentes hoy que ayer:

«Casi todo lo que decimos y comunicamos todos es filfa, es relleno, es superfluo, es vulgar, aburrido, intercambiable y trillado, por mucho que sea «nuestro» y que la gente, como se repite ahora con cursilería extrema, «sienta la necesidad de expresarse»».

También las repetí hace tres años, cuando abrí mi tercer blog. Entonces también recurrí a una frase de Julio Ramón Ribeyro (de «Prosas apátridas») que casi nunca olvido:

«Todo tiene importancia, nada tiene importancia, aquí, ahora».

Poco más puedo añadir, aquí, ahora. He venido a hablar de mi libro, sí, pero seguro que este blog, como todos, tendrá vida propia. Irá por donde quiera. Y por donde queráis. Y además intentaré que no haya morralla.